2.9.07
Bergman e le silentio de Deo - In Interlingua
Bergman e le silentio de Deo
30 de julio 2007. Morreva Ingmar Bergman, un del plus grande cineastas del historia del Septime Arte. Ille ha nascite in un família lutheran e su pelliculas non occulta le sete plus profundo del corde human, con su personages involvite in un climate de angustia existential, ubi le solitude e le morte son themas permanente.
Le Radio Vatican ha realtiate su capacitate de “toccar in themas fundamental del vita e del societate”, ultra definir le director svede como “crepuscular, seductor, lyric e implacabile, immergite, proque educate, in le concepto de peccato e culpa, perdono e gratia: religiose de su maniera”.
Secundo Goffredo Fofi (Avvenire, 31/07/07), Bergman ha introducite in le cine le inquietudes existential e religiose que poterea semblar “exotic” in nostre contexto, pois illos esserea proprie de un minoritate, sed nos ha inseniate a vider le societate con un reguardo plus complexe, plus reflexive, ancora que plus dolorose que le nostre reguardo routinari, in un mixtura de traditiones protestante e de traditiones catholic.
Secundo le theologo italian Gianfranco Ravasi, in le incontro inter le Cavallero Antonius Block e le Morte in le pellicula Det sjunde inseglet (“Le Septime Sigillo”), Bergman assume le postura de un “theologo agnostic” que usa le imagine pro facer inegabile le destino del homine e su itinerario ultra le historia.
In un societate superficial, in profundo crise de fide e que cerca se narcotisar pro poter dormir, le pelliculas de Bergman causa insomnia.
Adaptate de Bergman e o silêncio de Deus – Carlos Scheid – O Lutador (1-10/09/07)
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12.8.07
Summorum Pontificum
Motu proprio no es nostalgia de museo sino celo pastoral y búsqueda de comunión, dice Arzobispo chileno
SANTIAGO, 18 Jul. 07 / 06:52 am (ACI).- El Arzobispo de Concepción (Chile), Mons. Ricardo Ezzati, señaló que la motivación de fondo del Motu Propio Summorum Pontificum de Benedicto XVI que liberaliza el Misal de 1962 aprobado por el entonces Papa Juan XXIII no es una "nostalgia de museo" de tipo arqueológico litúrgico sino un auténtico celo pastoral que busca la comunión en la Iglesia.
"No se trata de una nostalgia casi de museo, de tipo arqueológico litúrgico. Aquí se trata de una intencionalidad auténticamente pastoral y si hay motivaciones de ese tipo y de personas que conocen el latín y pueden participar fructuosamente de la celebración de la eucaristía, por qué no darles la posibilidad", señaló el Prelado en una entrevista al diario El Sur de la ciudad de Concepción.
Al reflexionar sobre las motivaciones de fondo del documento pontificio, el Arzobispo señaló que éste debe entenderse como "la apertura de la Iglesia Católica hacia grupos más tradicionalistas que habían estado separados de ésta" y subrayó que "acá, la gran finalidad del Papa es la comunión".
Asimismo, Mons. Ezzati pidió no interpretar este documento como la vuelta de las misas en latín, porque eso sería quedarse sólo en lo lingüístico. En este sentido aclaró que la Eucaristía, según el Misal de uso común antes de la reforma litúrgica, se realiza en esa lengua, pero implica además una estructura distinta de la contemplada en el Misal aprobado por Pablo VI.
Mons. Ezzati precisó que la Misa en latín según el Misal de Pío V, reformado por Juan XXIII en 1962 nunca fue jurídicamente suspendida y siempre estuvo permitida tras el Concilio Vaticano II. Sin embargo, hasta ahora se necesitaba la autorización expresa del obispo para utilizarlo en una ceremonia.
Por último, el Arzobispo señaló que Benedicto XVI, al promulgar su documento, hizo hincapié en que el retorno a usos tradicionales no implicaba ningún desmedro a lo resuelto en el Concilio Vaticano II ni de "una de sus reformas esenciales, la reforma litúrgica", y que el uso de la lengua vernácula en la Misa, en nuestro caso el español, seguía siendo "lo normal", y el latín, "lo extraordinario".
Fonte: www.aciprensa.com
24.6.07
Doctor, mi hijo tiene un síntoma gravísimo: he descubierto que va a Misa
Doctor, mi hijo tiene un síntoma gravísimo: he descubierto que va a Misa
Vittorio Messori
Vittorio Messori
Vittorio Messori, periodista italiano de 56 años, es conocido internacionalmente por haber entrevistado a Juan Pablo II en Cruzando el umbral de la esperanza, y al Cardenal Ratzinger en Informe sobre la fe. Pero, en contra de lo que pudiera pensarse, no ha sido precisamente un "católico de toda la vida".
"Nací en plena Guerra Mundial en la región quizá más anticlerical de Europa: en la Emilia, zona del antiguo Estado pontificio, la del don Camilo y Peppone (el cura de pueblo y el alcalde comunista) de Guareschi. Mis padres no estaban precisamente de parte de don Camilo y, aunque vivían de verdad unos valores -apertura, acogida, generosidad, etc-, desde pequeño me inculcaron la aversión, no al Evangelio o al cristianismo, sino al clero, a la Iglesia institucional. Me bautizaron como si fuera una especie de rito supersticioso, sociológico, pero después no tuve ningún contacto con la Iglesia.
Acabada la Guerra, mis padres se trasladaron a Turín, la mayor ciudad industrial italiana, cuna del marxismo italiano -de Gramsci, Togliatti y otros dirigentes comunistas-, en la que los católicos hace tiempo que son minoría. Asistí allí a un colegio público, donde no se hablaba de religión más que para inculcarnos el desprecio teórico hacia ella. Obligada por el Concordato había, sí, una clase semanal de enseñanza religiosa, pero casi ninguno la tomaba en serio y yo, en concreto, eludía la asistencia con las más variadas excusas. O sea, que si por mi familia estaba imbuido de anticlericalismo pasional, la escuela llovió sobre mojado al enseñarme la cultura del iluminismo, del liberal-marxismo".
Acabado el bachillerato, eligió como carrera universitaria la de Ciencias Políticas. Pertenecía a la famosa generación del 68 y convirtió la política en su pasión. "Decía el teólogo protestante Karl Barth que «cuando el cielo se vacía de Dios, la tierra se llena de ídolos». Para mí el cielo estaba vacío, y uno de los ídolos que llenaba la tierra era precisamente la política. Era para mí una auténtica pasión. Estaba muy comprometido con los partidos de izquierda".
Se da cuenta con el tiempo de que la política no podía proporcionarle las respuestas sobre el sentido de la vida. "Sin embargo, aun consciente de esas carencias de la política, a la vez estaba convencido de que no podría encontrar respuestas fuera de ella, precisamente porque formaba parte de los que rechazaban el cristianismo sin tomarse la molestia de conocerlo. Pensaba que cualquier dimensión religiosa pertenecía a un mundo pasado, al que un joven moderno como yo no podía tomar en serio. (...) El Evangelio era para mí un objeto desconocido: nunca lo había abierto, pese a tenerlo en mi biblioteca, porque pensaba sin más que formaba parte del folklore oriental, del mito, de la leyenda.
Pero un día sucedió... Llegamos a un punto en que me es difícil hablar... por pudor. André Frossard, colega y amigo mío, entró un día en una iglesia católica en Francia y de la misma salió convertido. Mi proceso no es tan clamoroso. Pero un tipo semejante de experiencia mística, no tan inmediata sino diluida en el arco de dos meses, también la he vivido yo. Mi hallazgo de la fe fue muy protestante. Fue un encuentro directo con la misteriosa figura de Jesús, a través de las palabras griegas del Nuevo Testamento. No vi luces, ni oí cantos de ángeles. Pero la lectura de aquel texto, hecha probablemente en un momento psicológico particular, fue algo que todavía hoy me tiene aturdido. Cambió mi vida, obligándome a darme cuenta de que allí había un misterio, al que valía la pena dedicar la vida.
La situación que se creó fue todo un drama para mí. De inmediato me vino un gran consuelo, una gran alegría, pero a la vez un miedo terrible, por varios motivos. Por una parte, me di cuenta de que mi vida debía cambiar, sobre todo en la orientación intelectual. (...) Me hacía sufrir especialmente el que, si mi familia se enteraba de lo que me sucedía, me echasen de casa. De hecho, cuando mi madre supo que asistía a Misa a escondidas, telefoneó al médico y le dijo: «Venga, doctor. Mi hijo padece una fuerte depresión nerviosa». «¿Qué síntomas tiene?», preguntó el médico. Y mi madre le contestó: «Un síntoma gravísimo: he descubierto que va a Misa». Esto da idea del clima que se vivía en mi familia y de lo mucho que podía afectarme.
Otro ingrediente del drama era una especie de choque entre dos posturas que yo entendía como contrapuestas. Por un lado, algo me hacía ver que en el Evangelio estaba aquella verdad que había buscado. Se trataba de una experiencia del Evangelio como "encuentro", no sólo como palabra, valor, moral o ética. Para mí, el Evangelio no es un libro, sino una Persona. Era la experiencia de un encuentro fulgurante, consolador y, a la vez, inquietante. Inquietante también porque entonces yo me sentí como aquejado por una especie de "esquizofrenia". Se trataba de la disociación entre la intuición que me había hecho entender que allí, en el Evangelio, estaba la verdad, y mi razón, que me decía: No, es imposible, te equivocas.
Desde entonces, todo lo que he hecho y los muchos miles de páginas que he escrito, en el fondo no obedecen más que al intento de vencer esa esquizofrenia, procurando dar respuesta a esta pregunta: ¿Se puede creer, se puede tomar en serio la fe, puede un hombre de hoy apostar por el Evangelio? Todo ha girado en torno a la fe, a la posibilidad misma de creer.
Ha sido una aventura solitaria -siempre he sido un individualista-, en la que me guió Pascal: un hombre de hace 300 años, también laico convertido, que razonaba como yo, que no quería renunciar a la razón y que, antes de rendirse a la fe, deseaba agotar todas las posibilidades. Él me ayudó a descubrir esa nueva Atlántida personal. He hablado de aventura solitaria y de mi individualismo, pero también digo siempre que no soy un "católico del disenso". Al contrario, soy un "católico del consenso". Y es que, en la lógica de la Encarnación, no sólo juzgo legítimo al Vaticano, a la Iglesia institucional, sino que la considero necesaria, indispensable.
¿Cuándo decidí aceptar la Iglesia? Cuando, al reflexionar sobre el Evangelio para intentar conocer mejor el mensaje de Jesús, me di cuenta de que el Dios de Jesús es un Dios que quiso necesitar a los hombres, que no quiso hacerlo todo solo, sino que quiso confiar su mensaje y los signos de su gracia -los sacramentos- a una comunidad humana. Es decir, si uno reflexiona bien, acepta la Iglesia no porque la ame, sino porque forma parte del proyecto de Dios. Me ha costado muchos años, pero ahora estoy convencido de que sin la mediación de un grupo humano, en el fondo no tomaríamos en serio la mediación de Jesús.
Mi aventura también ha sido solitaria porque era uno de los pocos que andaba contracorriente. Entraba en la Iglesia cuando tantos clericales salían de ella gritando: ¡Qué maravilla, finalmente la tierra prometida! ¡Hemos descubierto la cultura laicista! Yo, asombrado, intentaba pararlos: ¿Qué hacéis? ¡La verdadera cultura está aquí dentro, en la Iglesia!
Por eso, algunos me han acusado de ser un reaccionario, un nostálgico. Es absurdo. Yo no he conocido la Iglesia preconciliar, no he escuchado jamás una Misa en latín, porque antes del Concilio nunca había asistido a Misa, y cuando comencé a ir, era ya en italiano. De ahí que no pueda ser un nostálgico. ¿De qué? No he tenido ni una infancia ni una juventud católica. Lo que sí he conocido de cerca es la cultura laicista. Y luego, un encuentro misterioso y fulgurante con el Evangelio, con una Persona, con Jesucristo; y, después, con la Iglesia".
fonte: http://www.fluvium.org/textos/lectura/lectura12.htm
29.3.07
Novo Documento do Papa
Eis o link para o novo documento de Sua Santidade, O Papa Bento XVI: http://www.veritatis.com.br/article/4179
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